Parte 2

Habían quedado por la noche, pero ella ya estaba preparada desde primera hora de la mañana, esperando a que él le saludara como un día cualquiera. Miraba el reloj y esperaba a que se hiciera la hora, pero los minutos pasaban cada vez más lentos. Las horas se le hacían interminables, era su día mas ajetreado en el trabajo, incluso la visita de algunos amigos no le hicieron que pasara todo más rápido. 
Los sábados llegaban los pedidos de cervezas de mantequillas sin alcohol y por las mañanas temprano preparaba la receta ella misma de la cerveza de mantequilla con alcohol. Así que casi todos los que habían probado su receta, se preparaban para que ella abriera por la tarde para tomarse una, y así fue, como todos los sábados, sus clientes habituales ya esperaban en la puerta, esperando a entrar y echar alguna partida, unas cartas, leer o simplemente pasar la tarde hablando unos con otros. A ella todo eso le encantaba, se entretenía viendo como todos ellos pasaban por su taberna, que se sintieran a gusto y sin miradas indiscretas que resultaran incómodas.
-¿Puede ponerme una cocacola y un café con hielo? -Le pidió un cliente.
-Por supuesto, ¿en qué mesa? -Respondió amablemente.
-En aquella de la esquina. -Le señaló.
Ella asintió y fue a preparar su pedido, lo llevó a la mesa en cuanto estuvo hecho y volvió a atrás de su querida barra.
-Van a hacer una fiesta de mascaras ambientada en Harry Potter, lo que no se sabe aún dónde.-Escuchó por encima de una conversación de dos jóvenes sentados en el final de la barra. Se acercó a ellos esperando oír más, pero entraron más clientes y tuvo que ir a atenderlos.
Y eso fue su día del sábado. Como todos.

Él, por su parte, se fue a correr para liberar su mente. Ese día libraba y lo utilizaba para salir de casa, los sábados sus padres aprovechaban para invitar a su hermana, y ellos no se llevaban demasiado bien.
Subió el volumen del móvil y corrió más rápido al ritmo de U2 por el parque Castrelos. Atravesó el parque y al llegar al final se dio cuenta que no había dejado de pensar en ella. Pero no quería ser el primero en hablar, no quería que ella pensara que se estaba obsesionando, cuando acordaron no hacerlo.
Se echó al césped, medio tumbado apoyándose en los codos. Estaba empapado de sudor y empezó a imaginar que cualquiera de las chicas que pasaban por allí podría ser ella. Se tumbó del todo y se tapó con el brazo la cara, debía dejar de pensar en ella de esa forma. No tenían nada serio, ni si quiera se conocían.
Al pasar un rato vio que ya no podía dejar que corriera más tiempo y se fue a casa. En cuanto llegó notó esa desagradable sensación que siempre sentía cuando su hermana estaba en casa. Se fue directo a su cuarto y entró al baño, se quitó la ropa mojada de sudor y se sentó en el filo de la bañera. Miró el móvil y su corazón dejó de latir por un segundo, de su boca salió aquella sonrisa tonta. Ella le había hablado.
<¡Hola! ¿Qué tal el día?>
Un simple hola y una pregunta tan sencilla como aquella lo dejó embobado.
<Hola, pues bastante ajetreado, ¿el tuyo?> -Él no había hecho nada en todo el día salvo salir a correr.
<Pues aburrido en realidad.> Ella no había parado de servir mesas y acabó reventada de limpiar, pero lo único que le apetecía, sentada en el suelo del baño y apoyada en la pared de la bañera era hablar con él.
<¿Te apetece que hagamos algo?> Le preguntó él.
<¡Claro! Lo necesito, un poco de acción y de ti> A ella se le escapó una sonrisa maligna al pensar que podría hacerle a él en ese momento, giró su cabeza para ver su bañera a la que tanto necesitaba para darse un buen baño. Se levantó y abrió el grifo del agua caliente, echó un poco de sales y fue a por unas velas aromáticas de vainilla.
<Voy a darme un baño, ¿me acompañas?> Él abrió el agua caliente y fría por igual y se metió en la bañera con cuidado de que no se mojara el móvil.
Ella llegó al baño con el móvil en la mano y se metió en la bañera. Cerró los ojos al sentir como el agua le quemaba la piel y le cubría cada partícula de su cuerpo hasta el pecho. Sonrió y contestó.
<No me vendría mal un baño, claro que te acompaño -voy a su bañera, le veo en ella y me meto sin contemplaciones dejando caer mi cuerpo sobre el suyo- está calentita>
Él sonrió y notó su agua casi fría.
<Si, si que está caliente. -te cojo por la cintura y te pego a mí-> "Está caliente nena, pero no el agua precisamente"
<Mmmm... Brad, ¿sabes qué me apetece ahora? -digo al notar su polla contra mi muslo->
<¿Qué? -Le digo enseñándole los dientes->
<-Le miro a los ojos y susurro- Comerte esa deliciosa polla>
A ella empezó a sentir más calor y no era por el agua. Cerró los ojos imaginando como se agachaba arañando cada centímetro de su cuerpo y agarraba su polla para empezar a lamer.
<Mmmm, empieza. -Le digo alzando las manos en señal de aprobación-> Él cerró por un momento los ojos y empezó a hacerse una paja imaginándose que era ella.
<Le lamo la polla, esa deliciosa polla, mientras que con mi mano estimulo sus huevos. Empiezo a meterme la polla en la boca y le escucho gruñir bajo, así que me la meto hasta la garganta evitando cualquier arcada, relajo la garganta y lo hago una y otra vez, notando como su cuerpo iba vibrando.>

Le quedaba poco para correrse si ella seguía escribiendo así. Casi se le caía el móvil de la mano por la ansiedad.
<Notaba su boca como me comía la polla, como si no hubiera comido en años, la lamía y seguía jugando con mis huevos. Le cojo del pelo para que bajara más la cabeza, aunque parecía imposible, pues se la estaba metiendo hasta la campanilla. Le toqué las tetas y empecé a jugar con sus pezones>
A ella le salió su parte dominadora y lo paró en seco.
<Ahora no, -le digo apartándole sus manos de mis pezones- primero, debes correrte si quieres algo de mi cuerpo.>
Le encantaba cuando ella le hacía esas cosas, lo dejaba siempre con ganas de más. Pero sabía qué camino acababa de coger ella.
<Si, ama -digo e inmediatamente aparto mis manos para subirlas a mi cabeza- si sigues así voy a correrme.>
<En cuanto escucho sus palabras empieza mi agresividad, chupo más fuerte, más hondo y mi manos estimula más sus huevos. Empiezo a notar como se encoje y al segundo comienza a correrse en mi boca. Saboreo su sabor, me lo trago y limpio su polla por la corrida hasta que queda completamente limpia.>
Y se corrió. Dios, era su diosa personificada.
Ella por su parte estaba a punto de hacerlo, sólo un minuto más y lo haría. Pero necesitaba que el ayudara.
<Ya puedes tocarme. -Le ordené->
"Bien, tú mandas" Pensó él sonriendo.
<Di la vuelta a la situación y me puse encima suya, echando agua al suelo, le besé salvaje, tirando de su pelo hacia atrás para que me dejara su garganta libre y bajé poco a poco hasta llegar a sus pezones, los lamí y los mordisqueé sin templanza. Llevo mi mano a su coño y le introduzco los dedos, estaba ya preparada para mí.>
Ella se introdujo los dedos más adentro y empezaron los espasmos, se iba a correr, sentía las paredes cerrarse y abrirse. Y con un grito se liberó de las tensiones del día, con su infinita imaginación hasta sintió que era el quien la liberaba, quien hacía que se corriera de ese modo tan sencillo.
<Me corro entre sus dedos mientras sin descanso sigue mordiendo mis pezones.>

Pasaron semanas y meses y seguían haciendo lo mismo cada sábado por la noche. Seguían esperando ansiosos toda la semana para que llegara el día.
Aunque fuera de forma virtual, sentían que lo hacían de verdad. Se sentían el uno al otro desde la distancia.


Se estaba preparando la gran fiesta del año, Sarah estaba preparada para lo que se le venía encima. Fans de Harry Potter irían a su ciudad para asistir a un baile de máscaras en la mansión Jurado, la cual habían reformado y preparado para eventos. Los organizadores contactaron con ella cuando ella pidió permiso para celebrar una pequeña fiesta en su Caldero Chorreante. Faltaban pocos días para el gran día y ya lo tenía todo preparado, había echo pedidos descomunales.
<¿Irás a la fiesta de máscaras?> Le preguntó por la noche en cuanto llegó a casa, no habían podido hablar apenas en aquellos días, solo faltaban dos días y ella no sabía si el asistiría.
<No lo sé, tengo mucho curro ahora, estoy esperando a que mi jefe me diga si me podrá dar el día o no.> Le contestó el rápidamente <¿Y tú?>
Ella miró el móvil sin saber qué decir. Al igual que acordaron no pasarse fotos, también lo hicieron con sus nombres verdaderos, con sus ciudades y tampoco se habían dicho en qué trabajaban exactamente. El le dijo a ella que rescataba gatitos, con lo cual a ella le dio a entender que era bombero. Ella le dijo que era casi psicóloga y que los clientes salían peor de lo que entraban, así que él imaginó que trabajaría en un bar.
<No lo sé tampoco, no sé si mi trabajo me lo permitirá, aunque espero que sí... ¿te imaginas que nos encontramos?> Escribió ella sonriendo como una boba.
<Vaya lata... bueno, me tengo que ir, hablamos luego>
<Sí, tengo algunas cosas que preparar para el trabajo y me están faltando minutos al día. Un beso.>

Y no volvieron a hablar hasta el día de la fiesta de máscaras.













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